Alfred R. Wallace fue un naturalista poco común, alejado en muchos casos de los estereotipos de los científicos, por sus diversos intereses y compromisos sociales, políticos, ideológicos y religiosos, pero con un papel fundamental en el desarrollo de la teoría evolutiva moderna. Destacó como uno de los principales divulgadores y defensores del darwinismo de finales del siglo XIX y principios del XX, especialmente gracias a obras como Darwinismo (1889), en la que sentó las bases de la importancia de la selección natural en los procesos evolutivos.
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